Tímida llegaste, descalza, andar lascivo
cantaste y tocaste mi alma
bailaste y provocaste mi deseo
simulaste, insinuaste y disimulaste
de súbito, miraste al fondo de mis ojos
y me dejaste desnudo.
Y nuestras células en rebeldía
bailaron de placer
y suspiraste y sumergiste y te abandonaste
en la alegría de hacerte mujer deseada.
De súbito, desapareciste.
Hasta hoy permaneces en la belleza y
sensualidad de todas las mujeres.
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